La Banda Sinfónica
Nacional de Ciegos “Pascual Grisolía” tiene una trayectoria
institucional-artística ininterrumpida desde el año 1947.
Cabe señalar que, tanto en su
momento de fundación como aún hoy, la institucionalización de elencos musicales
compuestos por integrantes ciegos ha sido y sigue siendo algo raro –eventualmente único– en el mundo, por
lo que esta agrupación es ejemplo y emblema. Con ese auspicio desde el
Estado Nacional, la Argentina se destaca internacionalmente como vanguardia en
políticas de cultura y de inclusión.
Podría decirse que la música
es naturalmente afín con la eventual condición no-vidente de sus ejecutantes,
ya que requiere sobre todo un oído especialmente fino y un desarrollo
igualmente refinado de la corporeidad y de la función motriz, hasta en sus
aspectos más sutiles.
Por otro lado, la música se
aprende tradicionalmente por lectura –de manera visual– y eso, en la condición
de ejecutantes no-videntes, es un verdadero ‘contratiempo’.
De ahí viene la apreciación
del factor de la inclusión que abarca un campo mucho más
amplio que la mera fuente laboral para los músicos ciegos. En realidad, se
trata de una cultura pionera en cuanto al enriquecimiento del acervo de
archivos musicales en braille, la difusión –en lo posible
internacional– de los mismos, por no hablar de la apertura de todo un rubro
académico de formación y perfeccionamiento musical al alcance de personas de la
comunidad no-vidente.
Todo lo dicho anteriormente se
agrega al propósito implícito en la práctica de elencos musicales de ciegos,
que es, como en todos los otros, la búsqueda de la excelencia artística y el
alcance del más alto profesionalismo en su especialidad.
Pero hay algo más que destaca
el valor especial de los elencos musicales de ciegos para la sociedad y que
frecuentemente se hace notar en reacciones fuertemente emocionales del público:
es el aspecto de la superación, muy notable en los respectivos
conciertos, que suele impactar a los oyentes, videntes en su mayoría. Ven a los
integrantes empuñando bastones blancos, observan su entrada en fila india, intuyen
la complejidad del estudio de la música en braille y de los
ensayos en conjunto sin tener contacto visual ni entre ellos ni con el
director, y presencian, sin embargo, conciertos de música excelentemente
cantada o tocada.
Incontables comentarios del
público confirman que es un espectáculo conmovedor que habrá inspirado valor a
unos cuantos oyentes/espectadores para afrontar las dificultades en sus propias
vidas y para superar los contratiempos que se les presenten.
Sobre la proyección
institucional de este elenco cabe decir que aspira
naturalmente a ciclos de conciertos, giras, producciones multimedia y proyectos
de capacitación en su especialidad, igual que los elencos musicales de sus
pares videntes.